Estaba sentado en la oscuridad. El humo del cigarrillo que tenía entre los dedos ascendía en volutas caprichosas hacia las lámparas apagadas. La luz que salía de ellas era, aproximadamente, la misma que tenían sus ojos. La había perdido cuando se llevaron a Silvia y Sofía.
Esa misma mañana le había llamado Roberto. "Van a por ti. Esta misma noche". Él se había encogido de hombros. Sabía que ese momento llegaría. Ahora, lo esperaba. En la oscuridad, acariciaba el rifle casi con cariño. El resplandor de las luces de la calle sobre la superficie bruñida le recordaba a Sofía, al color de sus ojos.
Los faros del coche alumbraron el interior del recibidor. Él apuntó con tranquilidad a la puerta.
Segundos más tarde, llamaron. Segundos más tarde, disparaba.
Pronto estaría con ellas.
Impasibilidad y relativismo
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Cuando la impasibilidad y el relativismo alcanza a todas las capas de la
sociedad y la política, ocurren cosas como la de ayer. Sucede, no sólo que
miles d...
Hace 11 años
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