jueves, 4 de febrero de 2010

El vaso

Llegas a casa y te recibe el silencio. La luz de las farolas tras las ventanas, una televisión apagada, una mesa vacía. Te recibe la comida fría y la cama fría. Te recibe la soledad. Y en la soledad piensas.

Lo pones todo en una balanza, de esas antiguas con un peso en el centro. Pones las lágrimas, los suspiros, los ojos enrojecidos, la inutilidad, el saco de boxeo en un plato, y cuando intentas poner algo en el otro... no encuentras nada.

Poco a poco, la vida se tiñe de grises y de olores acres. El mundo pasa a tu alrededor sin que te des cuenta de que está girando. Y a la vez te sientes asquerosamente egoísta y pedante, y poco o nada puedes hacer para sonreír cuando en la mesa sólo te espera un vaso de leche frío.

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