lunes, 8 de febrero de 2010

Sale de su casa temprano. Tan temprano que ni siquiera ha amanecido. La luna quiere retirarse a dormir pero el sol no quiere despertarse. En la equilibrada lucha que se establece en ese momento, ninguno de los dos tiene las de ganar. Será una pelea eterna, de esas que duran toda la eternidad, pero la batalla de hoy acabará en sólo unas horas. Él camina lentamente bajo las hostilidades, sus pies resbalando ligeramente sobre la capa de hielo que cubre el suelo.

Se hunde cuando el paseo desaparece y llega a la playa. Sí, la arena está endurecida, pero eso a él no le importa. Al fin y al cabo, solo quiere mojarse los dedos de los pies. No sabe qué le ha hecho salir de la cama después de toda la noche sin poder dormir. Pero ahí está, en medio de la nieve que comienza a caer.

Tiene frío en los dedos, pero al menos eso le recuerda que está vivo. Que siente. Que todo sigue igual.

Pero no se va a lamentar más. Las olas besan sus pies.

Y él toma una decisión.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me aburres tio, me cansas mucho.