martes, 30 de septiembre de 2008

Hacia el puerto

Siempre te han dicho que tú puedes hacerte cargo de tu vida, que las riendas de tu destino las llevas tú, que tu futuro depende, en gran medida, de lo que hagas en el presente.

Pero nunca has tenido esa impresión. Y menos ahora, de pie, en la proa de una pequeña embarcación que acaba de salir del puerto.

Al principio, cuando las olas mecen suavemente el casco, todo va bien. El cielo es azul, el mar refleja su color, burlón, las gaviotas graznan, rondando el mástil. El vaivén de la barca sobre el agua no es más que una leve fluctuación del horizonte.

De repente, te das cuenta de que los remos que habías traído para moverte no te sirven. La corriente es demasiado fuerte, demasiado caprichosa, demasiado impredecible. Pronto, vas a la deriva, perdido entre kilómetros y kilómetros de agua, dirigiéndote cada día hacia donde las nereidas quieren.

Necesitas ayuda. Ves la vela mayor, enrollada en torno a la botavara, pero no tienes fuerza para tirar de los cabos y enderezarla sobre el mástil. Sin embargo, un amanecer, ves una isla a lo lejos. Te acercas a ella como puedes, o mejor dicho, es la corriente la que te lleva hasta sus playas. Allí, recibes la ayuda deseada: la tripulación de tu barco.

Pero cuando habéis desplegado la blanca lona y todo parece ir viento en popa, por estribor aparecen unas nubes de tormenta, negras como la noche. Rápidamente, arriáis la vela y os arrinconáis en la cubierta, esperando a que pase la tempestad.

Todo pasa, y cuando se dispersa la lluvia y las olas, el azul vuelve a ser el color predominante del monótono paisaje. La tripulación canta canciones alegres, y tú te permites sonreír.

Cuando anochece, una luz a lo lejos te indica que hay un puerto cerca. Cuando entras en él, y las gaviotas vuelven a sobrevolar la embarcación, respiras tranquilo.

No importa el final. No importa el puerto. Ahora ya lo sabes. Mientras atracas, descubres que lo más importante ha sido la travesía y aquellos que te han ayudado.

Los vas a echar de menos.

2 comentarios:

Elena dijo...

"Cuando anochece, una luz a lo lejos te indica que hay un puerto cerca. Cuando entras en él..."


... no sabes lo que te espera. Tal vez un mundo mejor, o algo insoportable, pero has de arriesgarte.


Eres genial =) geme

Anónimo dijo...

me pones a mil wapeton