lunes, 29 de septiembre de 2008

El embarcadero

Ante ella se extiende el muelle. Las olas del mar lamen perezosas los pilares que mantienen la madera por encima del nivel del agua. Ella, descalza, avanza lentamente por él.

Siente un fuerte dolor en el pecho. Ni siquiera la brisa marina que alborota sus rizos le hace olvidar cómo se siente. En ese momento, la belleza del mar al anochecer le da igual. Permanece de pie, a apenas un par de pasos del final del embarcadero. A su derecha, un pequeño velero se balancea suavemente.

No se atreve a acercarse más al borde. Ha sufrido, y es tremendamente consciente de ello. Quizá demasiado. Tiene miedo, está aterrorizada. Tiembla de pánico al pensar en que puede volver a pasarlo igual de mal.

Pero una voz resuena en su cabeza. Una voz que le trae recuerdos, que le reconforta y le da calor.

-Normalmente, a tu corazón le da igual lo que tu cabeza quiera. Tu cerebro ya puede decir misa que si a él se le antoja pensar lo contrario, pasará de él.

Y entonces comprende. Entonces descubre que no debe sentir miedo, que no debe temer lo que vaya a pasar. Quien mucho juega, mucho tiene que ganar.

Se acerca al borde. Abajo, el mar, oscuro en el anochecer.

Respira hondo.

Salta.

4 comentarios:

. dijo...

por fin ye has animado!!ya era hora,ya puedo seguirte igual que,eso espero,tú me sigues verdad beluguita!!!
quien mucho juega mucho puede perder

Elena dijo...

Eres grande geme, muy grande.
alguien grande escribe cosas grades, fascinantes, estupendas.

Te quiero geme *¬*

Anónimo dijo...

eeeyyy

Anónimo dijo...

mis hijos te estudiarán con miguel herráez !!

xDDD


PD: dedicame alguno a mi también.. ejem xD