lunes, 6 de octubre de 2008

Fragmentos de Tres metros sobre el cielo

-¿Eres feliz? –Ella le hace un gesto afirmativo con la cabeza. Luego abre los ojos. Húmedos y arrobados, anegados de minúsculas lágrimas transparentes, brillantes de amor, preciosos. Él la mira.
-¿Qué pasa?
-Tengo miedo.
-¿De qué?
-De no volver a ser nunca tan feliz…

-Esto es precioso.
-Es tu casa, ¿no?
-¡Estás loco!
-¡Lo sé!
-Soy feliz. Jamás me he sentido tan bien, ¿y tú?
-¿Yo? –Step la abraza con fuerza-. Estoy de maravilla.
-¿Hasta el punto de llegar a tocar el cielo con un dedo?
-No, así no.
-¿Ah, no?
-Mucho más. Al menos tres metros sobre el cielo.

-Lo he dicho adrede, ¿qué crees? Ahora que me has pegado tu conciencia está tranquila. Ahora puedes volver a parlotear con tus amigas y sentarte a la mesa de juego. Tu hija está bien educada. Ha entendido lo que es justo y lo que no lo es… Ha entendido que no hay que soltar tacos y que hay que comportarse como es debido. Pero ¿no ves que eres ridícula, que haces reír? Me mandas a misa el domingo pero si escucho demasiado el evangelio entonces no va bien. Si amo demasiado a mis semejantes, si traigo a casa a uno que no se levanta cuando tú entras o que no sabe comportarse a la mesa, entonces tuerces el morro. Tendríais que inventar iglesias a vuestra medida, un evangelio solo para vosotros donde no resucitan todos, sino solo aquellos que no comen en camiseta interior, que no firman escribiendo primero el apellido, aquellos que sabéis de quién son hijos, que están siempre morenos y son atractivos, que se visten como queréis vosotros. Sois unos payasos.

Tres metros sobre el cielo, Federico Moccia

1 comentario:

Raquel Pérez dijo...

Sin palabras. El libro, lo que es la historia es... Real, perfecta.

Te quiero Álex. Gracias por dejarme el libro =)