sábado, 13 de marzo de 2010

Una noche cualquiera

-¿Vamos?
-Venga, vamos.

Es un plan salido de la nada, de puro aburrimiento. Apenas un instante de decisión para preparar una noche que va a salir bien. Debe salir bien.

Allí donde la ciudad desaparece y se casa con la huerta primordial, aquella por la que pasearon los maestros, está ella. Aparece en pijama, desafía el frío de marzo. Sorprende, como cada día. Es el aire fresco que oxigena una mala jornada. Luego queda esperar a que vuelva vestida. No se le borra, sin embargo, la sonrisa luminosa, el latido de un corazón que te da la vida, el brillo de los ojos más increíbles.

Aparecen las risas y los paseos de noche, los petardos que atruenan en una ciudad que vive ajena a ellos. Historias, leyendas, bromas... narraciones perdidas en un maremágnum de vivencias.

Son tres, y nunca "tres son multitud" ha sido tan incorrecto. Tres patas de una mesa, tres pilares de un vida compartida en tres casas distintas. No necesitan nada más, no necesitan nadie más. La compenetración es total entre ellos. No ha sido fácil, pero lo es.

Luego vuelve el frío tras un viaje rápido en un coche desconocido. La noche es estruendosa y amarilla. Su mirada brilla, la pasión corre por sus venas y se proyecta alrededor de ella como un aura casi tangible. Los pies miran en direcciones distintas, y él la mira a él, y él la mira a ella.

Luego, él se va. Cada uno dormirá en su casa, pero sentirán, pase lo que pase, que están juntos.

2 comentarios:

Absurda Cenicienta dijo...

Ni son ni serán multitud. EL tridente debe permanecer invicto. Me gustan las jornadas alocadas, los planes más improvisados y los días con sabor a vosotros. Creo que es mi perdición, será como el chocolate. Un placer acompañarte en esta noche. Gracias.. =)

Anónimo dijo...

Los planes suelen ser siempre los mejores... y la compañía en este caso era insuperable.
Sólo queda prometer que se repita.